Luis Bonilla-Molina

El humor negro norteamericano se muestra en su plenitud con el filme “No miren arriba” (2021), escrita y dirigida por Adam McKay. Es la historia de la amenaza de choque de un asteroide gigantesco (mata planetas) contra la tierra y las decisiones que al respecto toma el gobierno, la comunidad científica, los grandes medios de comunicación y la población en general. Su trama se asemeja demasiado con lo que está ocurriendo respecto al cambio climático.

El gobierno

Después de mucho desprecio por la opinión de los científicos, la burocracia gubernamental decide intentar desviar al asteroide de su ruta de coalición con el planeta azul, mediante el envío de cohetes con explosivos nucleares. La misión de salvación de la tierra es abortada al descubrir el gobierno que el “mata planetas” está compuesto de las «tierras raras» que requiere la industria tecnológica, así como oro y otros metales preciosos. El peligro de extinción de la especie humana es minimizado ante la posibilidad de apoderarse de todas las potenciales riquezas que contiene el asteroide; intentan una maniobra de fragmentación que fracasa y la tierra es destruida.

En la película se evidencia que en los y las ciudadanas(os) es creciente la percepción sobre los gobernantes como gente estúpida con demasiado poder e interpretaciones banales y superficiales sobre lo ocurre en el mundo, alimentados solo por el sostenimiento de un modelo de Estado facilitador de ganancias y garantías para los más ricos. Políticos pusilánimes, “desconectados” de la realidad del común, obedientes a los mandatos de la bolsa de valores. Burócratas que arriesgan al pueblo, pero siempre tienen su “plan B” para salvarse, en este caso, con una “estación espacial” que los llevó a otro planeta habitable donde reiniciar un mundo capitalista.

En muchos países esta película es número 1 en la lista de Netflix, mostrando así la sintonía del filme con el desencanto de la “política de los políticos” y la demanda colectiva de otra política desde los intereses de los de abajo, de las mayorías.

Los medios de comunicación

En el filme se muestra el vínculo del complejo industrial cultural con el sostenimiento del poder. The Daily Rip programa de televisión dirigido por Brie y Jack muestra de manera nítidael ocultamiento de lo importante por parte de los medios de comunicación dependientes de grandes cadenas que se cotizan en la bolsa de valores. El papel de los grandes medios no es informar, sino hacer que lo importante parezca algo simple y la desinformación se imponga como moda diaria, pasando a ser relevante lo divertido.  El entretenimiento como sustento de la información, por encima de la veracidad, desnuda la realidad actual de los grandes medios.

El trato que le dan a los científicos (Randall y Kate) en el programa de televisión, refleja la intención mediática sistemática de reforzar el imaginario colectivo que han construido las religiones sobre los hombres y mujeres de ciencia. Tímidos, poco sociables, bipolares, incapaces de hablar en lenguaje del común es una reafirmación en el filme del desprecio de los poderosos respecto a la actividad científica. Usan a los y las científicas(os) para alimentar el modo de producción y emprender cualquier nueva actividad que signifique lucro, pero no les interesa la razón científica para la toma de decisiones porque ello les podría llevar a desmantelar el sistema o abrir paso a una revolución radical.  La película deja al desnudo el trabajo de las grandes cadenas de noticias.

La comunidad científica

El filme evidencia como la actividad científica es controlada por directores(as) de centros de investigación que tienen el papel de garantizar que lo que se descubra o invente sea útil para el sistema y evitar la propagación de cualquier idea que afecte al poder establecido. Insiste en la narrativa de colocar a los científicos de base como individuos sin habilidad política para comunicar sus resultados, una especie de autistas sociales.

Esto procura fortalecer el discurso que la culpa no es del sistema capitalista que trabaja para la destrucción de la vida en el planeta, sino de los hombres y mujeres de ciencia que no saben cómo presentar sus descubrimientos, mostrando soluciones que no alteren el status quo existente.

Pero resulta que hay otra actividad científica encarnada por multimillonarios que se apoderan del conocimiento de punta para orientarlo con lógica mercantil, desprovista de humanismo. Es el caso Mark Rylance que retrata a los Musk, Gates, Soros, entre otros, con su ideología del mercado para la ciencia. Además, este personaje termina liderando la migración de supervivientes a otro planeta, es decir, se muestra como el modelo de ciencia triunfadora, de “real política”.

Finalmente, en la escena de la cena familiar de los científicos con la familia de Kendall, la ciencia termina sucumbiendo ante la fe, agarrados de la mano y entregándose a Dios ante la imposibilidad de salvar al planeta. Es una escena patética de falsa resignación de la razón ante lo espiritual. Presenta a los científicos como “ateos gracias a Dios”.

El pueblo

En no miren para arriba, para evitar darse cuenta que el asteroide se aproxima a la tierra, la población del mundo asume una posición casi de indiferencia ante los riegos del cambio climático porque si hay empleo y ganancias bien vale la pena arriesgar el planeta que nos acoge. No miren arriba es la historia de la estupidez humana, influenciada por la lógica del capital y el mercado, capaz de supeditar la vida a la ruleta de las ganancias.

Es también la muestra de cómo la alienación con el sistema mundo capitalista es funcional a los intereses de los grandes empresarios, gobiernos y políticos, pero nunca al pueblo. Es una parodia de lo que está ocurriendo con el cambio climático con el antropocentrismo y el humano centrismo como expresiones de desconexión con la vida. Pero también muestra como las evidencias cuando son presentadas al pueblo sin mediaciones, pueden producir un cambio de conciencia, solo que en algunos casos como en la película puede ser muy tarde

Paren el mundo que me quiero bajar  

Quino popularizó esta frase en Mafalda, que en este caso cae como “anillo al dedo”. La sensación que queda al final de la película es que estamos ante un modelo inviable de sociedad y relación de la ciencia con la vida. El hecho que esta película sea una producción del complejo industrial cultural, protagonizada por actores como Leonardo DiCaprio pareciera coincidir con los discursos de los voceros del Foro económico de Davos quienes señalan que estamos comenzando un “reinicio o reseteo” de la sociedad mundial, no para trascender el capitalismo, sino para consolidarlo en un nuevo contexto de crisis ecológica planetaria.

Pero no todo es tan fácil como en la expresión de Mafalda, si el planeta deja de funcionar lo que nos queda es bajarnos de la vida. La única forma de evitar el colapso ecológico y neo maltusiano es generando un cambio radical de las relaciones sociales de producción.