Luis Bonilla-Molina[1]
Desde el año 2015 vengo hablando de un inminente Apagón Pedagógico Global (APG) en el marco de la transición entre la tercera y cuarta revolución industrial. Eso que antes de febrero de 2020 parecía increíble y que ahora se despliega de manera más nítida, resulta ser consecuencia lógica de la transformación del modo de producción capitalista, producto de la aceleración de la innovación científico-tecnológica. La cuarentena preventiva ha sido usada para potenciar la construcción de hegemonía sobre un nuevo modelo de educación: la educación virtual en casa.
El APG se fue concretando progresivamente con a) la despedagogización del hecho educativo, b) la construcción de cultura evaluativa (PISA[2], PIAAC[3], pruebas del LLECE[4]-UNESCO, TIMMS[5], evaluaciones de los institutos nacionales de evaluación de la calidad educativa, entre otras) justificada con las nociones de calidad y pertinencia, c) la construcción del paradigma de la “crisis del sistema educativo” que justificaba un proceso de reformas incesantes que no concluían en nada, d) la desinversión educativa, especialmente en materia de actualización tecnológica (internet, hardware, software), que fue convirtiendo a las escuelas y universidades públicas en museos del pasado, e) la hegemonía discursiva de la calidad educativa propia del ODS4[6] en las políticas púbicas vinculadas a la educación, en contraste con f) la desactualización curricular con un modelo de actualización de contenidos incapaz de seguirle el paso a la aceleración de la innovación y, g) el impulso de una conversión de la profesión docente en administración curricular. Todo ello, fue construyendo las condiciones de posibilidad para abrirle paso al arquetipo de educación virtual en casa, algo que ya venían planteando el BID[7], BM[8], OCDE[9] y la administración norteamericana en el gobierno de Trump.
Aunque muchos piensen que el giro contingente al modelo de educación virtual en casa es solo un tema de coyuntura por el COVID-19, la verdad es que se está usando la pandemia para acelerar la construcción de hegemonía para lo que vendrá en el corto plazo; en solo dos meses el neoliberalismo educativo ha instalado en la opinión pública mundial la tensión entre educación presencial en escuelas versus educación virtual en casa. Esta es una falsa dicotomía pues la virtualidad se puede usar como complemento al proceso educativo en las escuelas y todo el saber pedagógico acumulado conoce que es falso que se pueda aprender solo, por el contrario, como nos subrayó Paulo Freire, todos aprendemos juntes.
Ciertamente las escuelas volverán a abrir sus puertas gradualmente en unas semanas o meses, pero ya el neoliberalismo educativo habrá creado la ilusión con falsa evidencia social, que lo escolar está desactualizado en sus prácticas y modelos de enseñanza, algo que requería el capital para iniciar una nueva fase de destrucción de la escuela pública.
El APG no se puede comprender sino es el marco del inicio de un proceso de reingeniería social a escala planetaria para reordenar el mundo del trabajo, el consumo, la sociabilidad y gobernanza. El modelo de consumo, comercio, producción de mercancías (ahora no solo materiales sino también inmateriales), sociabilidad y educación en el capitalismo cognitivo y de auge del capital trasnacional está cambiando. Nuestro punto de vista es que la “casa de familia” jugará un papel central en este reordenamiento. Veamos a grandes rasgos el proceso silente y continuado de reestructuración.
Cada casa una escuela
Hace ya décadas se viene abriendo paso el modelo de “home school” o “educación en casa”, como una apuesta del capital para disminuir los costos de sostenimiento de los aparatos escolares nacionales y locales. En correspondencia, en la década de los ochenta del siglo XX se impulsó el paradigma de la “sociedad educadora” mediante el cual se procuraba transferir las responsabilidades del Estado a las comunidades y familias; la idea central era que las familias pagaran la educación de sus hijos y que el Estado se encargara solo de los rezagados. Todo ello presentado con el discurso de la co-responsabilidad ciudadana. Esta iniciativa adquirió un especial empuje con la designación de Betsy DeVos, una devota militante del modelo de educación en casa, como la directora de Educación de la administración Trump. En la actualidad, en el marco del distanciamiento social por el Coronavirus se pretende transferir a los padres y familias, de manera abrupta, la responsabilidad de dotar con computadoras, internet, acceso a plataformas y una “pedagogía virtual” a los estudiantes. Esto no es coyuntural como se nos hace creer, sino parte constitutiva de la nueva arquitectura política e ideológica de la educación y la escolaridad. Adicionalmente, en la medida que avanzaban las iniciativas para hacer posible el modelo de educación en casa, el mundo del trabajo comenzaba a cambiar.
La casa nuevo centro laboral
El trabajo en la primera y segunda revolución industrial tenía en las fábricas industriales, los servicios y la burocracia en oficinas, los lugares centrales de enunciación del empleo. El trabajo informal y en buena medida el artesanal se organizaba alrededor de estos ejes. La tercera revolución industrial comenzó a reorientar esta tendencia. En la última década el teletrabajo desde casa se ha convertido en un nuevo fenómeno laboral.
El informe de la OIT[10] titulado “Trabajar en cualquier momento y en cualquier lugar: consecuencias en el ámbito laboral” (2019) señalaba que, para ese momento, el teletrabajo según el país, oscilaba entre un 2% y un 40% y, sus expresiones en su mayoría entrarían en el rango del trabajo informal o flexibilizado. Este mismo informe muestra que ello implica un cambio drástico en la organización del tiempo de trabajo, que en muchos casos puede superar la carga máxima laboral legalmente contemplada. El dato más relevante de este informe es que este tipo de trabajo muestra una clara tendencia a la expansión en los próximos cinco años. La experiencia de aislamiento social por el Coronavirus ha generado que muchos gobiernos, que no contaban con un marco normativo al respecto, estén pensando en legislar en el corto plazo para adaptarse de manera adecuada al crecimiento del mundo del teletrabajo; también para relocalizar algunas tareas que antes se hacían en las oficinas, al espacio otrora “privado” de la casa.
La casa epicentro del consumo
Después de la segunda guerra mundial se impuso el modelo de comercio en el cual la mercancía iba al consumidor. La crisis de sobreproducción y de los precios del petróleo de los setenta del siglo XX comenzó a reorientar el consumo hacia los centros comerciales. Entonces era el consumidor quien debería ir a donde estaban las mercancías. La generalización de la obsolescencia programada de las mercancías resolvió parcialmente el problema de las proyecciones de ganancias capitalistas fallidas, por los temas de lenta incorporación al consumo de los pobladores que habitaban (y habitan) lugares sin electricidad, educación o poca agua potable.
La llegada del internet fue abriendo paso el comercio en línea o ECommerce, que se fue concentrado el consumo en un nuevo lugar: la casa. Las redes sociales y el incremento de la conectividad fueron fortaleciendo la tendencia a relocalizar el consumo. La cuarentena por el COVID-19 ha potenciado esta modalidad de consumo, llevando medicinas, comida, productos no precederos, libros, tecnología, entre otras cosas, del local comercial hasta la puerta de la casa.
El “Informe Global de Consumo sobre ECommerce: cifras claves a nivel mundial” (2017) mostraba que para ese momento el promedio anual de compras por internet variaba por zonas, siendo Asia la región con mayor promedio entre los consumidores de esta modalidad, alcanzando un 22,1 de compras por año, mientras que en Norteamérica era de 19, Europa Occidental de 18,4, Austria y Nueva Zelanda 16.1, siendo las zonas con más bajo promedio Latinoamérica con 9,2, África y Medio Oriente con 11, mientras que en Europa del Este y Rusia era de 11,9. Este informe consideraba que la tendencia era a elevar exponencialmente estas cifras para el 2020, algo que en efecto ocurría antes de la pandemia y ahora se ha disparado.
El comercio y las finanzas desde un computador en casa
La crisis de la burbuja financiera del 2008 mostró como los capitales se movilizan de un lugar a otro, usando el comercio en línea. Esta tendencia se ha venido acentuando en los últimos años y hoy muchas de las transacciones comerciales y financieras se hacen desde casa, a través de un computador o dispositivo móvil con conexión a la internet.
Esta dinámica dio paso al fenómeno del eCommerce B2B[11] que reportaba ya en enero 2020 un crecimiento del 150% respecto a los montos de 2017[12]; esto es más que evidente en el Asia Pacífico que es hoy uno de los más importantes dinamizadores de la economía capitalista, quienes realizan el 80% de sus operaciones bajo este formato. La economía y el consumo se trasladan al modelo online, que tiene en la casa, en el hogar, un nuevo epicentro nunca visto antes con esta centralidad.
Reordenando la sociabilidad
Los bares, cines, restaurantes y otros lugares de ocio y diversión, ubicados de manera equidistante a los centros de trabajo jugaban un papel determinante en la construcción de sociabilidad basada en el encuentro humano. Las redes sociales han ido reconfigurando este fenómeno y hoy buena parte del diálogo y la construcción de afinidades, desde lo personal pasando por lo político, lo deportivo y lo cultural se hace de manera digital. Incluso buena parte de las relaciones de pareja se construyen y disuelven alrededor de las rede sociales como se evidencia en los contenidos de TikTok, entre otras.
El Informe de Hootsuite (abril, 2020) denominado “140 estadísticas de redes sociales que son importantes para los mercadólogos en 2020” señala que el 59% de la población del mundo, unos 4.540 millones de personas tienen acceso a la internet, de los cuales el 84% usa redes sociales, mientras que el 97% de los consumidores digitales han usado estas redes. Mientras el informe de Hootsuite (2020) indica que el 50% de la población usa alguna red social como Facebook, Instagram, telegram, TikTok y plataformas como Zoom, GotMeeting, muchas de las cuales está siendo utilizadas para el modelo de educación virtual, el otro 50% no tiene experiencia al respecto, entre los cuales están estudiantes, padres, pero también docentes, algo que resultará significativo a la hora de valorar la iniciativa de educación en casa, en el marco de la pandemia del COVID-19.
Seguridad ciudadana, crisis ecológica y casa
La violencia es inmanente al capitalismo como ideología que promueve la competencia y la posesión de objetos como sinónimos de éxito. La larga transición entre la segunda y cuarta revolución industrial ha sido acompañada por el problema del tráfico y consumo de drogas a escala planetaria durante la tercera revolución industrial, lo cual ha exacerbado los niveles de violencia, crimen y descomposición social, pero también sirve de distractor sobre el centro responsable del caos: el sistema capitalista.
El desarrollo tecnológico de última generación, especialmente asociado a la inteligencia artificial, la nanotecnología, el reconocimiento biométrico facial y el análisis de metadatos está siendo experimentado para el control social, con China como líder en esta materia. La idea del hermano mayor se hace indispensable para el modelo de producción y consumo de la cuarta revolución industrial, que amenaza con dejar en el borde de la periferia económica al 50% de la población, lo cual hace previsible el aumento del malestar social, las revueltas y el descontento.
Para evitar revoluciones se ha venido montando un patrón de control basado en cuadrantes, celdas y sectores, soportados sobre tecnología. Dentro de este modelo la casa es la unidad primaria de control. Una parte importante de este modelo de gobernabilidad a escala mundial se ha puesto en práctica con el distanciamiento social y la cuarentena por el Coronavirus y, ha permitido frenar temporalmente el descontento popular en más de 17 naciones, que en los meses previos al estallido de la pandemia habían visto la agitación llegar a las calles. “Quédate en casa” es una forma también de control y están ensayando cuanto tiempo lo soportará la población bajo la égida del miedo inducido.
Algo parecido está ocurriendo con la crisis ecológica mundial. Ahora se pretende construir un discurso dominante respecto a que el confinamiento en casa mostró que los ciudadanos recluidos en sus hogares permitieron bajar los indicadores de contaminación. Es decir, la culpa se coloca en la gente y no en el sistema capitalista y la solución no es la superación del modelo centrado en las ganancias, sino la disminución de movilidad de las personas. El confinamiento en casa pretende ser presentado como un factor determinante de solución a la crisis ecológica.
El capitalismo cognitivo y del capital trasnacional del siglo XXI parecieran estar revaluando el papel de la “casa de familia” en la economía, el consumo, el trabajo y la educación. La casa aparece como uno de los potenciales nuevos epicentros para la reingeniería social. Ese proceso de conjunto es lo que denunciábamos en el APG; no estamos diciendo que no habrán “pedagogías virtuales”, sino que la esencia de lo pedagógico que es el encuentro humano está siendo amenazado, algo que se está poniendo de manifiesto con el abordaje educativo del COVID-19.
COVID-19 y reingeniería educativa
La estrategia de abordaje educativo en el marco de la cuarentena preventiva por el COVID-19 se centra en el modelo de educación en casa, abriendo paso al paradigma de “Home School”. Sin embargo, esta “transición” se hace desconociendo las terribles desigualdades económicas, sociales, y tecnológicas existentes en el mundo. Muchas familias ni siquiera tienen una casa, empleo, computadora, acceso a internet, mucho menos un pan para llevar a la mesa.
El dato de la UNESCO (2020) es aterrador, de los 1.730 millones de niños fuera de la escuela, 800 millones no tienen computadora y aproximadamente 700 millones ninguna conexión a internet; si a esto le sumamos que ya para febrero de 2020 (antes de cuarentena por la pandemia) 258 millones de niños, niñas y adolescentes en edad escolar estaban fuera de las escuelas, tendríamos que decir que más de mil millones de niños, niñas y jóvenes permanecen fuera de la cobertura escolar debido al modelo de educación virtual en casa.
En la actualidad somos un poco más de 7.783.977.080[13] habitantes en el mundo, de los cuales 1.000 millones no tienen acceso a la electricidad[14]. Según cifras de la OIT la población con empleo en el mundo, antes del COVID-19, era de 3.300 millones, de los cuales 2.000 millones correspondían a empleo informal dentro de los cuales 1.200 millones eran empleo altamente inestable (del día a día). Los y las docentes representábamos en febrero de 2020 el 5% del empleo del mundo. Si bien el porcentaje de empleo respecto a las cifras totales era pequeño, ello implicaba un apartado presupuestario que el capital lo ve como gasto y dinero a recuperar, no como inversión social.
De hecho, los gobiernos del mundo acordaron en Incheón, Corea (2015), que un 6% del PIB nacional debería ser destinado a la educación. Si revisamos el comportamiento del presupuesto público encontramos que entre el 75% y el 85% de los fondos públicos para la educación se destinan a la nómina docente. Por ello, el modelo de educación en casa se convierte para el neoliberalismo en un caballo de Troya para iniciar una neo privatización educativa, fundamentada en la disputa de los dineros destinados a los salarios y prestaciones a los y las docentes.
Pero el modelo de educación en casa ha puesto de relieve una serie de problemas. El primero, de carácter pedagógico: en el aula de clases predomina el modelo de educación frontal, centrada en el pizarrón y todos los medios propios del desarrollo científico y tecnológico de las últimas tres décadas juegan un rol limitado o son inexistentes. La interactividad, imagen y brevedad de las ideas fuerzas no tienen acogida en una escuela centrada en la oralidad y las formas escritas clásicas. No solo las escuelas no están dotadas de infraestructura tecnológica (computadores, cámaras, memorias USB, conectividad a internet) sino que las plataformas de los ministerios suelen ser incapaces de soportar a más de mil usuarios conectados simultáneamente. Los contenidos “virtuales” se aproximan mucho más al modelo de televisión educativa de los setenta del siglo XX que a las características de agilidad, color, actualidad en tiempo real de los contenidos, interactividad, propios de la era digital. La “educación bancaria virtual” pareciera ser el signo pedagógico del modelo de educación en casa.
Segundo, los y las docentes, en su mayoría nacidos antes del nuevo ciclo de aceleración de la innovación (1994-2020) tienen poca formación para abordar un modelo de educación virtual en casa, cuentan con mucha más voluntad que capacidad para enfrentar la contingencia. Esto es responsabilidad de los Ministerios y los centros de formación docente que preparan a los futuros educadores y hacen educación continua, mirando a través de un retrovisor. Los docentes más jóvenes se encuentran con la cultura institucional que ve a la tecnología como enemiga de las labores del aula; a pesar que a nivel internacional se aprobaron en el año 2013 las llamadas “Directrices de la UNESCO para las políticas de aprendizaje móvil”, en muchos países, ciudades y escuelas, antes de ser declarado el Coronavirus como pandemia en febrero de 2020, se prohibía el uso de celulares en las instituciones educativas. En América latina y el Caribe por lo menos cuatro de cada diez docentes no tienen una computadora y en el mejor de los casos solo dos de cada diez habían recibido previamente formación para trabajar con educación digital en el aula.
Tercero, la falsa tensión entre educación virtual y educación presencial en las escuelas, ha generado una ola neo conservadora de defensa acrítica de la escuela presencial, como si ésta no tuviera deficiencias estructurales para desarrollar un modelo de educación liberadora, transformadora, que como dijo Freire cambie a los hombres para que estos puedan cambiar la sociedad.
Cuarto, la falta de comprensión del proceso que llevó al modelo de educación virtual en casa, ha generado en amplios sectores del magisterio la fatua esperanza que una vez que cese la cuarentena y volvamos a las escuelas todo volverá a ser como antes. Nada volverá a ser lo mismo que en diciembre de 2019 en materia educativa, el neoliberalismo ha logrado sembrar la semilla en la sociedad, de la obsolescencia de lo escolar presencial. Solo el rol de contención de la escuela, fundamentalmente en cuanto a los hijos de los trabajadores y la población más vulnerable, sostiene la idea de que nada cambiará. Pero es que también el mundo del empleo está cambiando y la propia idea de exclusión muta.
Para defender la escuela pública, gratuita, popular, científica y presencial se requiere repensar la escuela en el presente. La vieja máquina educativa newtoniana construida para los requerimientos del capital en el marco de la primera y segunda revolución industrial ya no tiene razón de ser. Antes lo decíamos desde las resistencias anticapitalistas, hoy lo dicen los dueños del capital, es la oportunidad de cambiarla, no de despertar espíritus conservadores.
Las alternativas
A través del tiempo hemos aprendido que la única forma de construir alternativas, es juntarnos quienes resistimos, para pensar juntes otra educación. En esta oportunidad requerimos las definiciones filosóficas, los principios y valores para una nueva escuela, pero también ideas para instrumentar lo nuevo, para concretar lo emergente.
Por ello, hoy urge la unidad de los y las docentes, de los gremios y sindicatos que luchan y no están entregados a los designios del capital, de los colectivos y compañeres de las educaciones populares y las pedagogías críticas, de los y las académicos que reflexionan sobre otra educación, para otro mundo posible. Por ello, estamos apoyando la iniciativa de un primer encuentro nuestro americano de los y las educadores anti neoliberales que ha surgido desde el Grupo de Contacto Internacional (GCI) que agrupa a los docentes que luchan en la región de América.
Cada uno tenemos nuestra propia mirada acerca de lo que vendrá y como resistirlo, pero no es el momento de los genios individuales sino de la genialidad colectiva.
Bibliografía
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[1] Doctor en Ciencias Pedagógicas (Cuba), Especialización en “Planificación de Políticas Educativas” (IIPE-UNESCO), Postdoctorado en “Modelos y propuestas de Evaluación de la Calidad Educativa” (Caracas- México), Postdoctorado en Pedagogías Críticas y Educaciones Populares” (México). Dirige el Observatorio Internacional de reformas educativas y políticas Docentes (OIREPOD) y el portal “Otras Voces en educación”. E mail: luisbonillamolina.62@gmail.com
[2] Programme for International Student Assessment)
[3] Programme for the International Assessment of Adult Competencies
[4] Laboratorio Latinoamericano de Evaluación de la Calidad Educativa adscrito a la Oficina Regional de Educación para América Latina y el Caribe (OREALC) de la UNESCO
[5] Trends in International Mathematics and Science Study dependiente de la Asociación Internacional para la Evaluación del Rendimiento Educativo (IEA)
[6] Objetivo de Desarrollo Sostenible número 4 de los 17 ODS aprobados por Naciones Unidas en septiembre de 2015.
[7] Banco Interamericano de Desarrollo
[8] Banco Mundial
[9] Organización para el Desarrollo Económico
[10] Organización Internacional del Trabajo
[11] Se refiere al comercio electrónico, entre negocios a negocios, realizado mediante transacciones en línea o por internet.
[12] Informe de digital Marketing de 2019
[13] cifras en tiempo real de worldometer
[14] Informe sobre el Progreso Energético elaborado por la Agencia Internacional de la Energía (AIE) y el Banco Mundial (BM)
Muy buen artículo Luis que da para mucha reflexión y también para debate. Por lo pronto me gustaría saber más acerca de esa transición de tercera a cuarta revolución. No se si hablamos de lo mismo, dos revoluciones basadas en energía, la primera con la máquina de vapor y la segunda con la electricidad. La tercera es la de informática y la cuarta la digitalización actualmente en marcha. El cambio en énfasis de revoluciones basadas en energía hacia revoluciones basadas en bienes intangibles (bits) y menos intensivo en energía (inteligencia artificial) revuelve la discusión en todas las esferas del hombre y la educación por supuesto ser´a desafiada y probablemente cada vez menos será presencial llevándose por delante el concepto de educador tal y como hemos conocido hasta ahora. Me gustaria tus comentarios al respecto.
Ramón Rosales Linares rrosaleslinares@gmail.com
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