Luis Bonilla-Molina

La formación docente (inicial y continua) no escapa a los problemas que se evidencian en el sistema educativo. Por ello, defensor como he sido de una educación pública, gratuita, popular, científica, laica y de calidad, presento un conjunto de ideas para el debate sobre la transformación de la formación docente. Bienvenido el debate

 

La papa caliente de la calidad educativa

 

Más de 190 países firmaron en septiembre de 2015, el acuerdo global para llevar adelante el Objetivo de Desarrollo Sostenible Nº 4, mejor conocido como el ODS4: Educación de Calidad. En este instrumento mundial se contemplan metas e indicadores de logro anuales y por etapas para el periodo 2015-2030.

Es decir, la formación docente (inicial y continua) pareciera estar atada a este carro global, al menos que se quiera que sus países queden desdibujados ante el sistema de Naciones Unidas. La UNESCO es la encargada de hacer seguimiento y darle contenido a este marco de políticas públicas mundiales y, al Instituto Internacional de Estadísticas de la UNESCO le corresponde el monitoreo técnico del mismo.

Todas las reformas educativas que se desarrollen en los países durante este periodo deberían estar encuadradas en esta hoja de ruta. El Banco Interamericano de Desarrollo (BID) quien financia buena parte de las reformas y contrarreformas educativas en la región, ya considera el tema de la alineación con la calidad educativa como un pre requisito para acceder a su cartera de préstamos y apoyos.

El problema es que muchas universidades y centros de formación docente en la región apenas si conocen los alcances del ODS4 y no han hecho una discusión respecto a los cambios que ello conlleva en la tarea que históricamente han realizado. Si leemos las 10 metas del ODS4 vemos que pueden ser consideradas como grandes propósitos, pero en ese marco se está dando inicio ya, a formulaciones concretas por parte de la UNESCO, la OCDE y el BID para la educación inicial, básica y media.

La indefinición sobre el término de calidad educativa posibilita la plasticidad de las operaciones de reforma educativa propuestas en el marco del ODS4. Por ello, lo primero que debería hacer el sistema educativo de cada país es construir una definición propia sobre calidad educativa, luego darle fundamento jurídico nacional a los propósitos asociados al término y, en consecuencia desarrollar un esquema de integración y adaptación, conforme a los intereses nacionales de las políticas públicas en curso, en este contexto. De lo contrario, las propuestas de los organismos económicos sobre calidad educativa pueden terminar introduciendo caos en el sistema. Este debate y formulación no se puede hacer de espalda a los maestros y maestras y debe conseguirse la sinergia necesaria con los gremios y sindicatos docentes. Para ello el diálogo y la transparencia resultan fundamentales.

La formación docente no puede estar ajena ni a la expectativa pasiva del curso que toma este proceso mundial, por el contrario esta llamada a convertirse en el eje articulador de este esfuerzo, eso si, desde una perspectiva crítica, descolonizada y profundamente comprometida con las agendas de inclusión y emancipación de los más humildes, quienes inspiran nuestro trabajo.