La Estrategia de Seguridad Nacional Norteamericana (I)

Contexto de los Marcos Conceptuales

Luis Bonilla-Molina[1]

Estados Unidos acaba de publicar -noviembre 2025- su estrategia de seguridad nacional, un documento (NSS,2025) que marca continuidades, rupturas y redireccionamientos en su política exterior, que es necesario estudiar en cada uno de sus aspectos. En consecuencia, iniciaremos una serie de artículos que procuran analizar las implicaciones de este giro en las esferas política, económica, social, tecnológica, cultural y de transformación de los equilibrios de poder a escala planetaria. Comencemos analizando los grandes marcos conceptuales del documento.

El ejercicio de vincular los conceptos con las acciones, en los distintos momentos históricos procura evidenciar que hay una constante en la política exterior norteamericana, de intervencionismo y violación de la soberanía por varias vías, y que el caso de Trump no es una excepcionalidad sino una continuidad, sin dejar de reconocer el estilo excéntrico y estrambótico del actual mandatario, mucho menos su ideología iliberal y su accionar fascistoide..

Política estructural Imperial

La política internacional de la administración Trump -segundo mandato- es la continuidad de políticas estructurales del imperialismo norteamericano a través del tiempo. Lo que se anunció están muy lejos de ser un capricho personal.

Esta política norteamericana tiene un hito importante en la Doctrina Monroe (1823), los acuerdos de postguerra y el orden mundial que de allí emanó,  las políticas estadounidense del periodo de guerra fría, el impacto que originó el desmantelamiento de la Unión Soviética y las turbulencias de la globalización y financiarización que han llevado a Estados Unidos en la última década a reelaborar su política exterior, en un contexto de crecimiento económico de China, consolidación de Rusia como potencia militar nuclear y los efectos residuales de la crisis de 2008. Es decir, hay que valorarla en la dialéctica del poder imperial, como continuidades y discontinuidades propias de realidades nacionales y mundiales cambiantes. 

Para intentar comprender estas mutaciones, iniciaremos analizando conceptos claves que maneja el documento de seguridad nacional anunciado por la Casa Blanca.

Doctrina Monroe

La Doctrina Monroe fue proclamada ante el Congreso de la Unión el 2 de diciembre de 1823 -hace más de 200 años- por el presidente estadounidense James Monroe. Este documento pretende en primera instancia prevenir la intervención de las potencias coloniales europeas en el continente americano. Esta Doctrina establece que las naciones de la región son el área de influencia natural de los Estados Unidos. En su formulación queda clara la pretensión de “proteger a las nuevas repúblicas latinoamericanas”, a la par de “consolidar la influencia estadounidense en el hemisferio”. Cualquier injerencia europea en la región debía verse como un ataque a la seguridad de los Estados Unidos.

Sus ejes centrales son laNo colonización (aunque previene futuras acciones coloniales de las potencias europeas, inicia un periodo de neocolonización norteamericana), No Intervención (cualquier intervención europea en los asuntos internos de las nuevas repúblicas americanas, pasa a ser considerado un acto hostil contra EEUU), diferencia de sistemas políticos (mientras Europa mantenía monarquías, estas eran incompatibles con el ideario americano), y primacía de los Estados Unidos en los asuntos hemisféricos (Estados Unidos árbitro y garante del orden regional).

La Doctrina Monroe se vinculó a la noción de Destino Manifiesto de los Estados Unidos, que se utilizó para la guerra contra México (1846-1848), el apoyo a la independencia en Cuba y Puerto Rico, la oposición a intervenciones europeas en México como lo fue el caso Maximiliano (1862-1867), así como la mediación y tutela del acuerdo producido ante el bloqueo europeo de las costas venezolanas por el desconocimiento de la deuda externa (1902-1903).

Un antecedente de lo que en el presente pretende Trump, fue el “Corolario Roosevelt” -presidente Theodore Roosevelt- (1904) que estableció que EEUU tiene el derecho a intervenir en América Latina para “corregir” desordenes internos que pudieran precisar la intervención europea en el continente.  Este “corolario” sirvió de telón de fondo para las intervenciones en República Dominicana (1905), Cuba (1906), así como en Nicaragua, Haití y otros países de la región.  

El presidente Franklin D. Roosevelt reinterpretó la doctrina Monroe hacia un supuesto principio de no intervención formal, qué si bien limitaba las ocupaciones militares, promovía la diplomacia -zanahoria y garrote- y las relaciones cooperativas.

No obstante, en la guerra fría (1947-1991) la Doctrina Monroe vuelve a ser lanzada ante el «enemigo comunista». Con el pretexto de impedir el ingreso del comunismo soviético en la región se produjeron la intervención en Guatemala (1954), la crisis de los misiles en Cuba (1962), el apoyo a dictaduras y labores militares de contrainsurgencia en Latinoamérica (´60s-89).

En la post guerra fría, la Doctrina Monroe ha sido utilizada para impedir la presencia militar extra hemisférica -especialmente de China, Rusia e Irán-, presionando acuerdos de seguridad en la OEA, el apoyo a iniciativas antidrogas y los acuerdos comerciales (TLCAN / USMCA).

En el año 2019 -primer mandato de Trump- John Bolton afirmó que la Doctrina Monroe está viva, en clara alusión al caso venezolano. En la actualidad (2025) Trump la revive con su corolario de usar la fuerza militar, diplomática y de soft power para garantizar la supremacía económica norteamericana y el absoluto control del continente.

Hemisferio Occidental

Lo que Estados Unidos considera Hemisferio Occidental, aparece claramente definido en la Doctrina Monroe (1823) -a la que ahora se le intenta adicionar el “corolario Trump”- y se usó con frecuencia durante el periodo de la guerra fría. Es decir, tiene un significado más político que geográfico. Se refiere al área de influencia tradicional de los Estados Unidos, en oposición a denominaciones como hemisferio oriental.

Durante la guerra fría, la expresión “defensa del hemisferio occidental” sirvió de marco ideológico para justificar y defender golpes de Estado e intervenciones norteamericanas en América Latina y el Caribe, con el pretexto de evitar la expansión de la influencia comunista. Pareciera que ahora, EEUU está por abrir un nuevo ciclo de intervencionismo, en este caso justificado por el interés de “garantizar que Estados Unidos siga siendo el país más fuerte, rico, poderoso y exitoso del mundo durante las próximas décadas”. (NSS, 2025).

Para la política de seguridad nacional de los Estados Unidos, el hemisferio occidental está conformado por América del Norte (Canadá, Estados Unidos, México, Groenlandia[2]), América Central continental o insular (Belice, Costa Rica, El Salvador, Guatemala, Honduras, Nicaragua, Panamá, Cuba[3], República Dominicana, Haití, Jamaica, Puerto Rico [territorio colonial de EEUU], Bahamas, Trinidad y Tobago, y todas las islas del Caribe, incluidas Antillas Mayores y Menores), América del Sur (Argentina, Bolivia, Brasil, Chile, Colombia, Ecuador, Guyana, Paraguay, Perú, Surinam, Uruguay, Venezuela[4]), incluyendo también las Islas Malvinas (Falkland Islands) Georgia del Sur y Sandwich del Sur, territorios disputados con Argentina, la Guyana Francesa. Hawái, aunque está el hemisferio occidental por longitud -al oeste del meridiano 180º, a veces se trata aparte en algunos documentos estratégicos norteamericanos, por estar ubicada en el Pacífico.     

Estas precisiones son importantes, para entender la nueva caracterización que sobre el hemisferio occidental (2017-2025) contiene el documento que estamos analizando.

Indo-Pacífico 

Otro concepto clave en el documento NSS (2025) se refiere a la región del Pacífico. El concepto de Indo-Pacífico es un concepto geopolítico de especial importancia para la política exterior de Estados Unidos a partir de 2017-2018 (primer mandato de Trump), reemplazando casi por completo al viejo término de “Asia-Pacífico”. Según documentos del Departamento de Estado, Departamento de Defensa y de la Casa Blanca (Estrategia de Seguridad Nacional 2017, Estrategia Indo-Pacífico 2019 y 2022) la región Indo-Pacífico abarca desde la costa oeste de India hasta la costa oeste de Estados Unidos, incluyendo todo el Océano Índico y el Océano Pacífico.

Estados Unidos incluye en la región Indo-Pacífico a Asia del Sur (India considerada el pilar occidental y su socio estratégico más importante, Pakistán, Bangladés, Sri Lanka, Maldivas, Nepal, Bután), el Sudeste Asiático o la llamada región ASEAN (Indonesia, Malasia, Filipinas, Singapur, Tailandia, Brunéi, Vietnam, Laos, Myanmar, Camboya y Timor Oriental), Asia Nororiental (Japón, Corea del Sur, Corea del Norte, Taiwán, Mongolia), China (incluida geográficamente aunque se vea como principal competidora comercial), Oceanía y el Pacífico (Australia, Nueva Zelanda y las islas del Pacífico: Fiji, Papua Nueva Guinea, Islas Salomón, Vanuatu, Tonga, Samoa, Micronesia, Palaos, islas Marshall, etc.) y la Costa Este de África que en algunos documentos aparece como parte del Indo-Pacífico ampliado (Kenia, Tanzania, Mozambique, Somalia y las naciones que tienen vista con el Océano Índico).

El cambio del término “Asia-Pacífico” por el de Indo-Pacífico, se debe a que el primero colocaba el énfasis en China y el este de Asia, mientras el segundo incluye a India como contrapeso de China. Además, unifica en una sola zona estratégica para los Estados Unidos a los océanos Indico y Pacífico, colocando la libertad de navegación y a la hegemonía China como focos de atención. Es un área que va de Bollywood a Hollywood, que Norteamérica considera será el área donde se decida la balanza de poder en el siglo XXI. La consigna que resume la estrategia norteamericana en este sector es un “Indo Pacífico libre y abierto (Free and Open Indo-Pacific, FOIP). Destaca en la configuración de esta área estratégica que India es tan importante para EEUU como la han sido en el pasado -y siguen siendo- Japón y Australia.   

Estados Unidos ha promovido un conjunto de mecanismos de alianzas en esta región para concretar su estrategia. Entre ellos destacan:

  • El Quad (Cuadrilátero de Seguridad: EEUU, India, Japón, Australia): dialogo de seguridad estratégica aún informal, centrado en la promoción de la estabilidad regional, la libertad de navegación, la respuesta a desastres humanitarios y la cooperación en temas como ciberseguridad. Se origina en 2004 mediante el Tsunami Core Group -después del Tsunami en el Pacífico- pero se formalizaría en 2007, al ser propuesto por el primer ministro japonés Shinzo Abe, realizando su primera reunión en Manila (ASEAN Regional Forum). Aunque fue disuelto en 2008 por presiones Chinas y reticencias de Australia e India, se reactiva en 2017 (primer mandato de Trump) mediante un acuerdo para contrarrestar la influencia China hecha por Narendra Modi, Malcom Turnbull, Shinzo Abe y Trump. Realizó su primera cumbre en 2021, presidida por el presidente norteamericano Biden, realizando cumbres posteriores en Tokio el 24 de mayo de 2022 -seguridad marítima-, 20 de mayo de 2023 en Hiroshima -documento Quad Vision Statement-, en Wilmington, Delaware el 21 de septiembre de 2024 -Wilmington Declaration- que han facilitado acciones concretas. La próxima reunión está prevista para el año 2025 en India.  El Quad ha permitido la expansión de los ejercicios Malabar en noviembre de 2020.   
  • AUKUS (EEUU, Reino Unido, Australia): es una asociación trilateral de seguridad enfocada en capacidades avanzadas de defensa, particularmente en el Pilar 1 (submarinos nucleares para Australia) y Pilar 2 (tecnologías emergentes como IA, ciberseguridad, hipersónicos y guerra electrónica). Este acuerdo procura mantener la superioridad tecnológica de Estados Unidos en la región del Indo-Pacífico, llegando incluso compartir tecnología de propulsión nuclear -no armas nucleares- que había sido de intercambio exclusivo entre EEUU y Reino Unido. Operó como una respuesta a la expansión naval China. AUKUS se crea el 15 de septiembre de 2021 mediante declaración conjunta de Joe Biden, Boris Johnson y Scott Morrison. El 22 de noviembre de 2022 se firma el tratado Exchange of Naval Nuclear Propulsion Information Agreement (ENNPIA) que acuerda compartir datos nucleares. El 13 de marzo de 2023 se produce la Cumbre de San Diego donde se anuncia el llamado camino óptimo para submarinos SSN-AUKUS, a partir del diseño basado en el SSN del Reino Unido con tecnología estadounidense. Se estableció 2024-2025 como fecha para la entrada en vigor de los acuerdos, lo que llevó a Scott Morrison a testificar ante el Congreso de los Estados Unidos como resultado de crecientes presiones chinas. En junio de 2025 el Departamento de Defensa de EEUU inició una revisión de los acuerdos para alinearlos con la agenda American First, especialmente porque se tiene previsto que los submarinos SSN-AUKUS estén operativos en la década de 2040, fortaleciendo la interoperabilidad anglo-estadounidense-australiana.   
  • Bilateralismo clave (Japón, Corea del Sur, Filipinas, Taiwán, Tailandia): además de acuerdo regionales y multi actores, la estrategia norteamericana ha desarrollado a través del tiempo una ofensiva bilateral en el área Indo Pacífica que se expresa en acuerdos históricos con Japón (Tratado de Seguridad Mutua, suscrito en 1960, en reemplazo al de 1951, que se ha actualizado con la Guías para la Cooperación de Defensa EEUU-Japón -1978-, la Cumbre Biden-Kishida -2023- y el compromiso de disuasión extendida -2024- enfocado en la defensa de las islas Senkaku y Taiwán),  Corea del Sur (Tratado de Defensa Mutua EEUU-ROK de 1953, que contempla un acuerdo de costos de estacionamiento de tropas que ha sido renovado en el año 2025, la Declaración de Defensa colectiva trilateral con Japón -2023-2025- y los ejercicios Ulchi Freedom Shield enfocados en contrarrestar las amenazas norcoreanas y contingencias taiwanesas), Taiwán (especialmente a partir del llamado Taiwán Relations Act (TRA) del 10 de abril de 1979 que es un compromiso de venta de armas, caracterizado por una especie de ambigüedad estratégica disuasiva hacia China, que la proteja de una eventual invasión, expresado en el documento Six Assurance -1982-. Esto ha sido reforzado con las Iniciativas de Comercio del Siglo XXI en 2022 y las ventas de armas en 2023-2025) y Tailandia (a partir del Pacto de Manila de 1954 y el denominado Communiqué Thanat-Rusk de 1962. Estos acuerdos fueron actualizados en el documento conjunto titulado Joint Vision Statement for the U.S. – Thailand Defense Alliance de 2012, renovado en 2022. Recientemente se han intensificado los acuerdos en materia de ciberseguridad).  
  • El IPEF (Marco Económico del Indo-Pacifico): es un avance regulatorio entre 14 socios, diseñado para contrarrestar la influencia económica China, mediante cadenas de suministros resilentes, economía limpia y anticorrupción. Este marco involucra el 40% del PIB global, siendo un complemento de Quad y AUKUS. Se da a conocer en Tokio, en mayo de 2022, como un acuerdo con Australia, Brunéi, Fiyi, India, Indonesia, Japón, Corea del Sur, Malasia, Nueva Zelanda, Filipinas, Singapur, Tailandia y Vietnam. Los objetivos de la negociación se dieron a conocer en la Declaración Ministerial de Los Ángeles de 2022, la Firma del Acuerdo de Cadenas de Suministro (Pilar II), en San Francisco en noviembre de 2023, que permiten avanzar rápidamente en temas de economía limpia (Pilar III), Economía justa (Pilar IV) y un acuerdo más general. Su entrada en vigor fue en febrero de 2024, aunque solo 6 países lo ratificaron inicialmente. Entre 2024-2025 se han producido tres reuniones ministeriales, para avanzar en temas específicos y operáticos de este marco.  

Es decir, la política de Seguridad Nacional anunciada por la Casa Blanca (2025) es una continuidad de la política imperialista posterior a la segunda guerra mundial, redefinida para la región mediante el establecimiento de la región Indo-Pacífica (2017-2018) que fue continuada, ampliada y afianzada por la administración Biden, y ahora adquiere nuevos contornos como resultado de la evolución de la situación económica mundial. Es decir, no es el resultado de un capricho coyuntural, sino tiene elementos estructurantes y de continuidad.  

Europa

En el NSS (2025) Europa aparece como una categoría auxiliar, sin la centralidad geopolítica del pasado. Señala:

 “Los funcionarios estadounidenses se han acostumbrado a pensar en los problemas europeos en términos de gasto militar insuficiente y estancamiento económico. Hay verdad en esto, pero los verdaderos problemas de Europa son aún más profundos …  Europa continental ha estado perdiendo cuota del PIB mundial—pasando del 25 por ciento en 1990 al 14 por ciento actual … pero este declive económico queda eclipsado por la perspectiva real y más contundente de la desaparición civilizacional” (NSS, 2025, p.31)

Esta visión disolutiva de Europa, explicitada en el documento, pareciera tener como propósito enviar el meta mensaje de “ubícate” en tu nueva realidad. Para comprender un poco más la evolución de esta situación hagamos un repaso por el papel geopolítico de Europa entre 1945-2025.

El papel de Europa entre 1945-1991 fue de anillo de contención ante la existencia de la URSS, lo que generó una alianza ineludible con los Estados Unidos. Entre 1947-1951 el Plan Marshall -European Recovery Program- inyectó miles de millones de dólares para la reconstrucción de Europa Occidental, con el objetivo de revitalizar las economías devastadas -dentro de la lógica de centro-periferia de la economía liderada por EEUU- y evitar la propagación del comunismo fomentando el modelo democrático representativo y los valores liberales.

En 1949 con la creación de la OTAN (Organización del Tratado del Atlántico Norte) se estableció una alianza de seguridad colectiva liderada por EEUU, proporcionando garantías de defensa militar a Europa Occidental para marcar fronteras al expansionismo soviético. Esto permitió la presencia militar directa de Norteamérica en Europa, muy especialmente en Alemania Occidental.

El surgimiento de la Comunidad Europea del Carbón y el Acero (CECA) en 1951, precursora de la Unión Europea, fue valorado por Estados Unidos como un esfuerzo de convergencia económica, ideológica y de seguridad estratégica. Este fue el momento estelar de Europa en la geopolítica del capitalismo mundial.

Con la finalización de la guerra fría, por el desmantelamiento de la URSS (1991 Europa pasa de ser el socio mayor de EEUU a un aliado cuestionable. Ahora Europa tenía que demostrar su capacidad para integrar a las naciones ex soviéticas y su radio de influencia, o por lo menos establecer control efectivo sobre esos territorios. Pero no todos los eventos se desencadenaron en esa dirección, porque Rusia, ahora capitalista y potencia militar emergente, tenía sus propios planes y proyectos estratégicos.

En la década de los ´90s se produce una expansión de la OTAN y la Guerra de los Balcanes; la OTAN se expandió hacia el Este, incorporando a algunos miembros del Pacto de Varsovia -antítesis soviética de la OTAN- algo que Estados Unidos vio con buenos ojos. No obstante, la intervención en los Balcanes -en especial en Kosovo- evidenciaron la necesidad de darle mayor relevancia a la coordinación militar transatlántica -norteamericana- producto de las debilidades militares europeas que resultaron inocultables en el conflicto.

En 2003, la invasión a Irak mostró que el viejo continente, intentaba mostrarse con su propia identidad e independencia, tal y como se expresó en las diferencias de Francia y Alemania quienes se opusieron a la intervención liderada por Norteamérica; por primera vez desde 1945 Europa no se mostró como un bloque monolítico, ahora atreviéndose a disentir de Estados Unidos, mientras Rusia emergía como un factor militar -capitalista- con quien era necesario dialogar y acordarse.  Se iniciaba el declive geopolítico de la Unión Europea.

Varios factores se adicionaron a esta situación, entre los cuales destaca en cambio de centro político de atención internacional hacia Asia, y las crecientes debilidades estructurales y políticas de Europa. Al pivotar Estados Unidos hacia Asia (luego redefinida y localizada en la región Índo-Pacífica), mostró que el centro de su concentración en política exterior estaba en la rivalidad con China. Es decir, el teatro geopolítico central de Washington se desplazó de Europa (sin la URSS) a el Indo-Pacifico (con China como potencia económica capitalista). En ese contexto, EEUU ha insistido que sus aliados europeos, especialmente en la OTAN, asuman mayor responsabilidad en su propia defensa y aumenten su gasto militar (entre el 2-5%, pero el balance es que Europa no ha hecho lo suficiente en esa dirección, es decir no asumen costos compartidos en términos relevante, mostrándose como una carga para la administración norteamericana.

Otros elementos a destacar en la redefinición del rol de Europa, en las relaciones de poder mundial, están determinados por las debilidades estructurales y las propias políticas europeas, que disminuyen sus capacidades para actuar como un socio global, fuerte y unificado.  La fragmentación política, la debilidad de la inversión en Innovación y Tecnología, los problemas económicos y de competitividad, las crisis internas y dependencias, la precaria adaptación a los cambios geopolíticos globales y finalmente las políticas de America First han contribuido a ese paso de protagonistas en la película del poder, a actores de reparto.

La falta de una Política Exterior y de Seguridad Común (PESC) verdaderamente unificada, hace que Europa se presente con múltiples voces, reduciendo su poder e influencia, lo cual es percibido por Washington. Además, europa se está quedando atrás de EEUU y China en áreas claves como la Inteligencia artificial y la tecnología de punta, debido a inversión insuficiente en I+D y en el sector de defensa.  La década de austeridad tras la crisis financiera y de la deuda soberana en la eurozona frenó el crecimiento económico y la inversión en áreas estratégicas. La crisis migratoria, del COVID-19, del Brexit y energética después de la invasión a Ucrania, hacen aparecer al viejo continente como un área que necesita protección, más que como un actor independiente y con capacidad real de incidencia.

Al definir Estados Unidos al conflicto con China como la prioridad, Europa ha quedado relegada a un círculo más lejano de interés. La Ley de Reducción de la Inflación (IRA) de 2022, con subsidios verdes por 369 mil millones de dólares, lo cual es visto por la Casa Blanca como una respuesta inadecuada. El Brexit (referéndum de 2016) debilitó a la Unión Europea, un socio clave para Estados Unidos, pero que se viene a menos, sin dejar de valorar que el ascenso de China, India y otros poderes ha hecho que Estados Unidos ve a Europa como menos esencial. El documento NSS lo advierte al precisar que

“esta falta de confianza en sí mismo es más evidente en la relación de Europa con Rusia. Los aliados europeos disfrutan de una ventaja significativa de poder duro sobre Rusia en casi todos los aspectos, salvo en las armas nucleares. Como resultado de la guerra de Rusia en Ucrania, las relaciones europeas con Rusia están ahora profundamente atenuadas, y muchos europeos consideran a Rusia una amenaza existencial. Gestionar las relaciones europeas con Rusia requerirá un compromiso diplomático significativo de Estados Unidos, tanto para restablecer condiciones de estabilidad estratégica en toda la masa continental euroasiática, como para mitigar el riesgo de conflicto entre Rusia y los estados europeos. (NSS, 2025, p.32)

Agregando,

Si las tendencias actuales continúan, el continente será irreconocible dentro de 20 años o menos. Por tanto, está lejos de ser evidente si ciertos países europeos tendrán economías y ejércitos lo suficientemente fuertes como para seguir siendo aliados fiables” (NSS, 2025, p.33)

No obstante,

Europa sigue siendo estratégica y culturalmente vital para Estados Unidos. El comercio transatlántico sigue siendo uno de los pilares de la economía global y de la prosperidad estadounidense. Los sectores europeos, desde la manufactura hasta la tecnología y la energía, siguen siendo de los más robustos del mundo. Europa alberga investigaciones científicas de vanguardia e instituciones culturales de primer nivel mundial. No solo no podemos permitirnos descartar a Europa, sino que hacerlo sería contraproducente para lo que esta estrategia pretende lograr … Nuestro objetivo debería ser ayudar a Europa a corregir su trayectoria actual. Necesitaremos una Europa fuerte que nos ayude a competir con éxito y que trabaje en conjunto con nosotros para evitar que cualquier adversario domine Europa (NSS, 2025, p.33).

Es decir, Europa no está en el centro de atención Norteamérica, pero Estados Unidos no está dispuesto a desistir de su influencia en esa región, sino que reclasifica sus prioridades. Europa ha sido esencial para la hegemonía mundial de EEUU desde 1945, pero el declive reciente refleja un mundo donde las amenazas asiáticas son la prioridad. Ese es el marco en el cual Europa es presentada en NSS (2025)

China

Es necesario destacar la absoluta ausencia en el documento a la mención de peligro socialista o comunista en esta estrategia de seguridad nacional norteamericana, lo cual debe haber deprimido a los sectores de la izquierda geopolítica que quieren ver en China la continuidad de influencia comunista para no criticar su conformación neo imperialista. Hasta los norteamericanos entienden que la denominación de Partido Comunista Chino (PCCh) es solo un eufemismo político, y que su modelo de economía es abiertamente capitalista, aunque con rasgos particulares de proteccionismo estatal, al estilo que quiere imponer Trump en Estados Unidos.

El milagro chino tiene un hito clave, la reunión de 1972 entre el presidente norteamericano Richard Nixon y el mandatario Chino Mao Zedong, construida por Kissinger (asistente presidencial para asuntos de seguridad nacional) y Zhou Enlai (primer ministro de China), y sus alcances es posible entenderlos con la lectura del libro sobre China escrito por el diplomático norteamericano.

Esta cita ocurre gracias a la paradoja del momento, pues tanto EEUU como China tienen serías divergencias con la URSS. Además, a pesar de las dificultades que habían tenido todos los intentos por producir una industrialización a gran escala en China -desarrollo de las fuerzas productivas- era evidente el deseo del país asiático de lograrlo. En el momento de la cumbre el arquitecto del resurgimiento chino, Deng Xiaoping se encontraba sujeto a medidas de rehabilitación política -por conducta pro capitalista- tras haber sufrido dos veces purga durante la revolución cultural; un año después de la vista de Nixon, Deng volvería a la escena pública, aunque tendría que esperar para asumir el control de la orientación económico roja, la muerte de Mao (1976) y la derrotar a la llamada banda de los cuatro (Jiang Qing, Zhang Chunqiao, Yao Wenyuan y Wang Hongwen), en octubre de 1976.

En 1973 se establecen las Oficinas de Enlace en ambas naciones, para continuar avanzando en acuerdos estratégicos. En 1979 ocurre la normalización diplomática, cuando el presidente Jimmy Carter reconoce formalmente el 1 de enero de ese año, a la República Popular China (RPC) como el único gobierno legítimo de China, cortando lazos diplomáticos con Taiwán (aunque luego las mantuviera bajo las formas de la Ley de relaciones con Taiwán). Este hecho hace que en enero-febrero de ese año, el rehabilitado Deng Xiaoping visite los Estados Unidos, con la intención de buscar apoyos norteamericanos para el inicio e impulso de las reformas económicas chinas.

En 1982 se produce el Tercer Comunicado Conjunto, en el cuál Estados Unidos reafirma su compromiso con la política de “una sola China”, comprometiéndose a reducir gradualmente la venta de armas a Taiwán, lográndose estabilizar las relaciones durante la era Reagan. En 1989 se produce la crisis de Tiananmén que lleva a la suspensión temporal de relaciones, sin embargo, se reanudarían en los noventa con énfasis en el comercio internacional.

En el año 2001 China. Con el apoyo de Estados Unidos, ingresa a la Organización Mundial de Comercio (OMC), acelerando su integración global y atrayendo inversiones del capital trasnacional a escala masiva. El milagro chino habría resultado imposible, sin estas inversiones y créditos para infraestructura, las licencias de uso de patentes y los acuerdos con las grandes financieras globales para la relocalización en China de una parte importante de la producción de piezas, ensamblaje y mercancías.

Entre 2008-2016 se profundiza la cooperación entre Estados Unidos y China, en el marco de crisis globales. Durante las presidencias d Bush y Obama se profundiza la interdependencia económica, que ya en 2013 superaba los 500 mil millones de dólares norteamericanos. Los Acuerdos de cambio climático (2014) y la creación del Grupo de Diálogo estratégico (SED, desde 2009) fomentan la cooperación en las áreas de finanzas y seguridad entre EEUU y China.

No obstante, entre 2011-2016, el acelerado crecimiento de China en la última década hace que la administración Obama anuncie políticas norteamericanas para el requilibrio hacia “Asia-Pacífico” antecedente de la estrategia Indo-Pacífico, intensificando alianzas con Japón, India y Filipinas, mientras se firman acuerdos comerciales como el TPP que excluyen a China. Es decir, se equivocan quienes ven en el actual documento de seguridad nacional elementos fundacionales, que son en realidad avances o saltos importantes dentro de una línea de continuidad.

Entre 2017-2020 se inicia la guerra comercial con China, durante el primer mandato de Trump. En marzo de 2018 Trump impone aranceles del 25% a 50 mil millones de dólares en productos chinos, acusando al gigante asiático de “prácticas desleales” como el robo de IP y transferencias forzadas de tecnología. Si bien China responde con aranceles recíprocos, en 2020 se firma la fase uno del acuerdo comercial, reduciendo algunos aranceles sin hacer desaparecer las tensiones.

Entre 2021-2024 la administración Biden mantiene los aranceles con China, expandiendo las restricciones a exportaciones de semiconductores (CHIPS Act de 2022), prohibiendo la venta a empresas chinas como Huawei. En noviembre de 2023 ocurre la Cumbre Biden-Xi en APEC, que mejora los canales de comunicación entre ambas naciones, pero las tensiones se mantienen, especialmente alrededor de Taiwán y el Mar del Sur de China.

En 2025, en el segundo mandato de Trump se imponen aranceles a las importaciones chinas, afectando especialmente las tierras raras y productos agrícolas. En octubre de 2025 se alcanza un “Acuerdo Marco” para reducir aranceles de 157 a 30%, dependiendo del sector económico. Al cierre de este artículo persisten conflictos alrededor de los chips y los opioides.   

 A pesar de una continuidad de cooperación EEUU-China iniciada en 1972, hoy existen conflictos de carácter geoeconómico, más que simplemente comerciales, debido a

  • Desequilibrios comerciales y prácticas desleales que se expresan en el déficit de 400 mil millones de dólares anuales;
  • La Rivalidad tecnológica con restricciones a chips (desde 2018, reforzados en 2022), a lo que China responde con autosuficiencia en semi conductores.
  • Geopolítica y Seguridad: debido a que China controla entre el 70-90% del procesamiento de las tierras raras en el mundo, algunas d las cuales ingresan por el Mar del Sur de China.
  • Políticas internas, especialmente a partir de la definición de America First.

Oriente Medio

Esta región adquiere especial importancia y geopolítica y energética a partir de la segunda guerra mundial.  Los intereses de EEUU en el medio oriente han evolucionado de la dominancia energética a una mezcla de seguridad, economía y geopolítica, a pesar de que la Estrategia de Seguridad Nacional declare un “receso” en la prioridad, debido a la autosuficiencia energética doméstica.

Los ejes de la política norteamericana en la región se han formulado en torno a la seguridad energética (flujo ininterrumpido de petróleo en el Golfo Pérsico) y navegación (Canal de Suez, el Mar Rojo y el Estrecho de Ormuz), el apoyo a Israel (aliado militar clave en la región) y políticas de contraterrorismo (Hezbolá, Hutíes. Al Qaeda e ISIS), la contención de Irán (peligro nuclear) y el fundamentalismo religioso (especialmente alrededor de Irán), así como la salvaguarda de intereses económicos y tecnológicos (Arabia Saudita).

En el Acuerdo de Quincy (1945) el presidente Franklin Roosevelt (EEUU) y el rey Abdulaziz de Arabia Saudita, establecen un pacto de seguridad militar estadounidense a cambio de acceso preferencial al petróleo saudita, marcando el inicio de una relación estratégica entre ambas naciones.

Entre 1947-1948 se promueven y firman los acuerdos que darían origen al Estado de Israel, que pasa a ser el pilar fundamental de Estados Unidos en la región. EEUU apoya el plan de la ONU para Palestina (noviembre de 1947). Dividiendo el territorio en los Estados judío y árabe. El 14 de mayo de 1948 el presidente norteamericano Harry Truman reconoce de manera inmediata al Estado de Israel.

En 1953 la CIA orquesta el golpe de Estado en Irán (operación Ajax) que derrocó al primer ministro Mohammed Mossadegh -quien había nacionalizado el petróleo-, reinstalando en el poder al Shah Reza Pahlevi, lo cuál permitió que Irán fuera un estado subordinado a EEUU hasta 1969, cuando ante el avance de los comunistas, los norteamericanos decidieran apoyar al fundamentalismo religioso que hoy está en el poder y que adoptó una política antinorteamericana.

En 1956 se produce la crisis de Suez, porque Estados Unidos se opone a la invasión anglo-franco-israelí de Egipto tras la nacionalización del Canal de Suez, presionando la retirada mediante sanciones económicas. Este incidente posesiona la influencia norteamericana en la región, debilitando la influencia británica.

En 1957, en el marco de la elevación de las tensiones propias de la guerra fría, se pone en marcha la Doctrina Eisenhower, que extiende la Doctrina Truman para proporcionar ayuda militar y económica a países del Medio Oriente contra el comunismo soviético, marcando el impulso de un ciclo de intervencionismo anticomunista.

En 1967 se produce la Guerra de los Seis Días, en la cual EEUU apoya diplomáticamente y logísticamente a Israel, durante su victoria sobre Egipto, Siria y Jordania, evento que resulta en la ocupación israelí de Gaza, Cisjordania, Sinaí y Altos del Golán, iniciándose el proceso de expoliación y genocidio continuado sobre el pueblo palestino.  

En 1973 ocurre la Guerra de Yom Kippur y la Crisis del Petróleo. Durante la invasión árabe a Israel (octubre), EEUU establece un puente aéreo de armas a Israel, lo que provoca un embargo petrolero de la OPEP. El problema energético pasa a ser una prioridad, algo que adquiere aún mayor relevancia con el documento de seguridad nacional (2025) recién presentado por Trump.

En 1978-1979 se producen los acuerdos de Camp David y la Revolución Iraní. En septiembre de 1978 Jimmy Carter juega un papel estelar en el acuerdo entre Egipto e Israel, concretado en el Tratado de paz de 1979. Con la llegada de la revolución iraní (1979) se produce la crisis de los rehenes en la embajada de Teherán (noviembre 1979-enero 1981) que lleva a la ruptura de relaciones diplomáticas.

Entre 1980-1988 se produce la Guerra de Irán-Irak, en la cual Estados Unidos inclina su apoyo a la Irak de Saddam Hussein.

Entre 1990-1991 ocurre la Guerra del Golfo, tras la invasión iraquí a Kuwait -agosto de 1990-, en la cual EEUU constituye y lidera una coalición militar internacional para liberar Kuwait -tormenta del desierto- (febrero de 1991), donde se establecen zonas de exclusión aérea y sanciones a Hussein.  

En 1993 se producen los Acuerdos de Oslo, resultante de la mediación norteamericana para un acuerdo de Paz entre Israel y la Organización para la Liberación de Palestina (OLP), que culmina con reconocimiento de la Autoridad palestina, aunque no genera avances significativos n la situación del pueblo palestino.

En 2001 ocurren los ataques del 11-S y se inicia la Guerra Global contra el Terror. Tras los atentados del 11 de septiembre, EEUU invade Afganistán (octubre 2001) e Irak (2003). La inestabilidad de estas dos intervenciones facilita el surgimiento de ISIS, aunque existe una polémica sobre el verdadero lugar de enunciación de esta organización.

En 2011. Ocurre la llamada Primavera Árabe, en la cuál los Estados Unidos apoya transiciones en Túnez, Egipto y Libia (intervención militar en Libia), que propician el derrocamiento de Mubarak en Egipto y el escalamiento de la guerra civil en Siria.

En 2015 se produce el Acuerdo Nuclear con Irán (JCPOA), mediante el cuál Barack Obama y potencias mundiales suscriben el llamado Plan de Acción Integral Conjunto que logra limitar el programa nuclear iraní a cambio de alivio en las sanciones. En mayo de 2018 Donald Trump abandona la JCPOA, imponiendo presión máxima sobre Irán. En 2020 EEUU media en los Acuerdos de Abraham, mediante los cuales se normalizan las relaciones entre Israel y Emiratos Árabes Unidos, los dos grandes socios de Norteamérica en la región, al que se suman Sudán, Baréin y Marruecos.

Entre 2022-2024 se multiplican los ataques de Hezbolá y los Hutíes, afectando intereses norteamericanos y las rutas de navegación de petróleo y otros productos. Esto genera respuestas de EEUU y la planeación del ataque a Irán de 2025.

Desde el 7 de octubre de 2023, a partir del ataque de Hamás a Israel en respuesta a las operaciones militares de este último en territorio palestino, se inicia el genocidio en Gaza, en el cuál EEUU y otras naciones europeas le facilitan apoyo logístico-militar de gran escala a Israel.

 En 2025, en su segundo mandato, Trump ordena ataques focalizados contra instalaciones iraníes (junio), levanta sanciones a Siria (junio) y normaliza las relaciones con el gobierno transicional. Se firma además un nuevo pacto de defensa con Arabia Saudita (diciembre) que incluye ventas de F-35 y cooperación en minerales críticos.

En el caso del documento de seguridad nacional (2025) presentado por la Casa Blanca, se prevé un receso en el enfoque del medio oriente, priorizando energía domestica (ahí entra Venezuela), no obstante, mantiene compromisos con Israel y Arabia Saudita. De hecho, los intereses de Estados Unidos en el Medio Oriente han evolucionado de la dominación por razones energéticas a una mezcla de seguridad, economía y geopolítica.

En materia de seguridad energética y navegación EEUU procura asegurar el flujo de petróleo que representa el 10% de las importaciones globales, así como las rutas del Estrecho de Ormuz, vitales para economía mundial. El apoyo a Israel se vincula en esta etapa con especial énfasis con las políticas antiterroristas, respecto a grupos como ISIS y Hamás, así como la contención a los Hutíes y Hezbolá cortando los mecanismos de apoyo que considera le otorga Irán, y privilegiando las alianzas sunitas. En el caso de Arabia Saudita la alianza central es en materia tecnológica, especialmente respecto a semiconductores y los minerales raros. Además, procura limitar l influencia de China y Rusia en la región, aunque “no haciéndose cargo de todo”.

Rusia

El documento limita la estrategia respecto a Rusia a la guerra con Ucrania y los intereses europeos. Esta falta de centralidad de Rusia en la estrategia de seguridad no es un dato menor, sobre todo por la capacidad nuclear militar heredada de la Unión Soviética.  Veamos los incidentes y coincidencias entre Rusia y EEUU desde 1991 para llamar la atención sobre la omisión referida.

Entre 1991-2025 destacan los acuerdos Start I (Strategic Arms Reduction Treaty) firmado el 31 de julio de 1991 (Bush-Gorbachov), el Programa Nunn (1991), Umbrella Agreement (1992) y el Marco Renovado (2013), el Memorandum de Budapest (1994),  el Acta Fundacional OTAN-Rusia (1997), la Cooperación en materia de control de armas y acuerdos posteriores: SORT / “Moscow Treaty (2002) y New Start (2010), el llamado entendimiento en torno a a Cooperación en crisis: acuerdo para eliminar armas químicas en Siria y la Resolución 2118 (2013), la Cooperación espacial: Schuttle – MIR y la Estación Espacial Internacional (1993 hasta hoy), los Marcos de Cooperación en reducción de amenazas (2013 Umbrella Replacement (2013).

Estos acuerdos muestran convergencia de intereses respecto a la gestión de crisis que puedan escalar (como Siria), seguridad operativa espacial, prevención de proliferación de armas de destrucción masiva y la reducción del riesgo militar. Pero no logran ocultar las limitaciones y frenos estructurales originados en conflictos geopolíticos profundos (Ucrania, expansión de la OTAN, las asimetrías de objetivos en áreas no-coopetarivas (influencia regional.

La prioridad del documento de Seguridad Nacional en esta área pareciera centrarse en que Rusia acepte que Europa tiene un peso e intereses específicos, y que cualquier controversia al respecto se resuelva por medio de negociaciones.

Breve Conclusión

En el Documento de Seguridad Nacional (NSS, 2025) presentado a finales de noviembre, se observan más continuidades de la política exterior norteamericana que rupturas. La particularidad en la aplicación de la doctrina de seguridad, durante la segunda presidencia de Trump pareciera ser, la combinación de estrategias diplomáticas con sanciones económicas y presión militar.

En la lógica de redefinir la relación geopolítica en Latinoamérica y el Caribe, pareciera privilegiar los acuerdos bilaterales, antes que negociaciones regionales. Los aranceles de importación han sido una herramienta para obligar a países a acordarse con EEUU, y ahora el despliegue militar procura hacer lo mismo allí donde las sanciones no han logrado un alineamiento con las políticas imperiales (Venezuela, Nicaragua, Cuba).

Hemos intentado colocar algunos elementos que permiten destacar que son muchas mas las continuidades que las rupturas a partir de la segunda presidencia de Trump, eso si, ahora todo ocurre con un estilo distinto al acostumbrado por la diplomacia y burocracia gringa.

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[1] Pedagogo venezolano, investigador en ciencias sociales y educación. Forma parte del espacio COMUNES en Venezuela. Actualmente es profesor visitante en la Universidad Federal de Sergipe (UFS) de Brasil.

[2] Aunque pertenece a Dinamarca, es considerada desde el punto de vista político-militar-estratégico parte del hemisferio occidental. Sin embargo, en el actual periodo de la era Trump adquiere una singular importancia. Por eso, a solo días de acceder a su segundo mandato, Donald Trump habló abiertamente de sus deseos (¿intenciones?) de adquirir o anexar este territorio.

[3] Es interesante la ausencia de mención directa a Cuba. Esta situación merece un análisis separado que aspiramos desarrollar en un artículo de esta serie.

[4] Aunque el documento de seguridad nacional de la era Trump no menciona directamente a Venezuela, si aparecen claramente definidos los elementos justificativos de la ofensiva militar en el Caribe Sur iniciada en agosto de 2025. El combate al narcotráfico, el aseguramiento de las vías de transporte de materias esenciales para Estados Unidos, aparecen claramente definidos en el documento.