Luis Bonilla-Molina
Neurociencia: una nueva epistemología para el control, dominación y predicción
Si bien el término neurociencia se populariza en la década de los sesenta del siglo XX, su evolución habría resultado imposible sin las premisas del transhumanismo, el pensamiento computacional y la inteligencia emocional (las emociones como una cuestión cerebral).
Por otra parte, el desarrollo de la neurociencia mostraba el giro epistémico del capital hacia la interdisciplinariedad y la transdisciplinariedad, debido a que le resultaba imposible seguir avanzando en su lógica científica maquinal desde la disciplinariedad. Mientras tanto, un sector importante de la izquierda educativa y de las propias pedagogías críticas, seguía recitando el falso mantra que la disciplinariedad era el modelo de aprendizaje y desarrollo de la ciencia capitalista -algo que si prevaleció en las dos primeras revoluciones industriales.
En el marco de este quiebre, Francis O. Schmitt fundaba en 1962 el Neurosciences Resarch Program (NRP) en el Massachusetts Institute of Technology (MIT) a partir de enfoques interdisciplinarios de investigación que permitieran comprender de manera unificada al cerebro y la mente desde la psicología, química, biología, física y computación.
La tercera revolución industrial traspasaba así, la frontera de la biopolítica (Foucault, 1996) para adentrarse en la identificación y asalto de los procesos de construcción de pensamiento y acción, mediante la neurociencia, construyendo un sistema de interpretación de la mente y el cerebro humano, cuyas premisas son:
- La mente es reducible al funcionamiento del cerebro: entendiendo en consecuencia, que la memoria, emociones, experiencia y conciencia son fenómenos neurobiológicos;
- El cerebro puede estudiarse como una máquina compleja: en especial con la ruta que había desarrollado la cibernética -partera del pensamiento computacional-
- Las funciones cognitivas pueden medirse, mapearse y modelarse: a partir de la resonancia magnética funcional, los electroencefalogramas y las redes neuronales artificiales;
- La interdisciplinariedad y la transdisciplinariedad como bases metodológicas de abordaje, que posibilitan la integración experimental de diversos campos del conocimiento para conocer en profundidad al cerebro y la mente humana.
Estas premisas resultarían fundamentales para que el neoliberalismo pudiera redefinir los mecanismos de control y reproducción, posibilitando el surgimiento de la psicopolítica (Chul-Han, 2020) que sería el signo de la innovación social y educativa durante cuatro décadas (1980-2020), para luego ir progresivamente cediendo espacio y abriendo paso al régimen predictivo (Bonilla-Molina, 2022).
Como ya hemos visto, la neurociencia se nutre de los trabajos de Herbert Simón, Allen Newell, Marvin Minsky y por supuesto del paradigma del transhumanismo, especialmente en la consideración del cerebro como una máquina, algo que advirtieron Deleuze y Guattari (1982). Este giro científico posibilitó el surgimiento de la neurociencia computacional para simular el estudio de los comportamientos y procesos de la mente-cerebro mediante algoritmos y datos.
Otros investigadores de este campo terminaron de elaborar los contornos de la neurociencia. Eric Kandel, premio Nobel, trabajó la neurobiología del aprendizaje y su influencia en la memoria, especialmente respecto a cómo las conexiones sinápticas se modifican con la experiencia.
Michael Gazzaniga por su parte, trabajó el estudio del comportamiento de los hemisferios cerebrales, dentro de la especialidad de neurociencia cognitiva; su teoría del interprete izquierdo ha resultado significativa en el desarrollo del paradigma de la neurociencia.
David Marr aportó con estudios de la visión computacional del cerebro. Por su parte, Antonio Damasio perfeccionó los postulados de la neurociencia respecto la relación entre emociones, cuerpo y razón, lo cual fue complementado por Gerald Edelman quien aportó las teorías evolucionistas sobre la conciencia y la selección de grupos neuronales.
La neurociencia en los sistemas escolares y universidades
La neurociencia fue estableciendo múltiples caminos para masificar su visión maquinal del mundo, el conocimiento, emociones y comportamientos. Por eso, la educación pasó a ser uno de sus objetivos centrales, mediados por las políticas de estandarización curricular y perfil de egreso, competencia y clasificación, productivismo y conocimiento útil.
En educación inicial, la neurociencia se concentró en:
- Desarrollo temprano del cerebro: orientado a la formación de conexiones neuronales tempranas que guíen los procesos de razonamiento y toma de decisiones;
- Promoción de actividades sensoriales y motrices: uso de la perspectiva lúdica, musical, artística y de movilidad psicomotora para el fortalecimiento programado de habilidades cognitivas;
- Especial atención a las funciones ejecutivas: represión de las emociones, mediante el llamado auto control, la memoria de trabajo y la flexibilidad cognitiva. La auto regulación temprana se basa en el entrenamiento de las funciones ejecutoras del cerebro para el control de emociones.
En primaria, la neurociencia se focaliza en la:
- Neurodidáctica: enseñanza basada en los ritmos cerebrales, mediante didácticas multisensoriales y el uso de pausas activas para mantener la concentración y el seguimiento a las actividades;
- Estilos de aprendizajes: que pretenden identificar arquetipos para que fluya la dinámica conocimiento inicial-experiencia-novedades-experimentación-aprendizaje significativo;
- Diferenciación del aprendizaje: comprensión de los ritmos de aprendizaje individual y los ritmos de maduración cerebral. Sin embargo, esto es más fácil aplicarlo con grupos pequeños de estudiantes, pero la tendencia de los sistemas escolares en Latinoamérica es a aumentar el número de estudiantes por docente, lo que termina haciendo imposible su puesta en marcha;
- Abordaje de dificultades de aprendizaje: uso de la neuropsicología escolar para trabajar con casos de déficit de atención, dislexia y otros.
Como se habrán dado cuenta a estas alturas, el trabajo educativo cada vez está más mediado por perspectivas sicologistas que pedagógicas y una comprensión de las herramientas educativas como instrumental de programación neuro lingüística y conductual. Esto tiene que ver con la necesidad del sistema de comprender el pensamiento humano como un proceso posible de optimizar, reparar y rediseñar. Este allanamiento de la mente persigue crear las condiciones para impulsar la falsa sensación de libertad, auto construida y mediada por la productividad auto inducida (incluido en los aprendizajes) que haga más digerible el control y la dominación (psicopolítica).
En la secundaria, etapa en la cuál los adolescentes experimental tensiones entre emociones, aprendizajes y conductas, la neurociencia se presenta como alternativa para reconstruir la “funcionalidad” equilibrada entre mente, cuerpo y emociones. En consecuencia, plantea:
- Neurociencia emocional: estimular el desarrollo de habilidades socioemocionales asociadas a procesos de la amígdala y el sistema límbico (Coleman, 1992);
- Intervención de los procesos de toma de decisiones y el juicio crítico: fortalecimiento del pensamiento abstracto y la capacidad de planificación para contribuir a la maduración de la corteza prefrontal:
- Educación personalizada: uso de algoritmos adaptativos basados en perfiles neurocognitivos que permitan desarrollar contenidos y estilos d enseñanza para cada alumno. Esto es prácticamente imposible de aplicar en aulas de más de cuarenta estudiantes, pero crea las bases paradigmáticas para la individualización propia de la Transformación Digital de la Educación (TDE).
La universidad no escapa al influjo de la neurociencia. Veamos como se expresa en este nivel educativo:
- Aprendizaje auto regulado y metacognición: autogestión del aprendizaje, fomentado con técnicas de atención y memoria a partir de los estudios sobre redes cerebrales. La búsqueda de auto aprendizaje tiene una motivación esencialmente económica, fundamentada en la posibilidad de disminuir la inversión actual en sistemas escolares y universidades, para transferir esos volúmenes de presupuesto público al área de la innovación, mediante los discursos de actualización y dotación;
- Diseño curricular basado en evidencias neurocientíficas: incorporando técnicas asociadas al llamado “cerebro social” y el “aprendizaje significativo”;
- Enfoques interdisciplinarios (en transición a la transdisciplinariedad): fomentando la transformación de la carrera docente en una recombinación de pedagogías (cada vez menos), neurociencia (cada vez más), inteligencia artificial (como innovación tecnológica) y psicología cognitiva (cerebro como máquina).
En síntesis, la neurociencia no es ciencia del aprendizaje, sino una epistemología maquinal del cerebro y la mente, que requiere estandarizar los procesos de enseñanza y aprendizaje, como si todos los seres humanos recorriéramos el mismo camino y experiencia para aprender, crear, criticar, construir y transformar.
Para poder abrir paso y consolidar la neurociencia, el capitalismo cognitivo necesita intervenir el currículo mediante las taxonomías sicologistas y la redefinición de la práctica docente (know-how del trabajo en las aulas), convirtiendo esta última en labor de administración curricular y técnica para la aplicación de paquetes de neuro enseñanza.
Lamentablemente, una parte importante de los pedagogos han sucumbido a los encantos de ver el aprendizaje como un asunto propio de partes y componentes de la máquina cerebral, mientras otros se resisten a explorar los avances en el estudio de la mente y el cerebro desde una perspectiva no mercantil. Es necesario criticar, pero también construir alternativas.
